
La luz o radiación ultravioleta es aquella zona del espectro electromagnético cuya longitud de onda se sitúa entre los 100 y los 400 nanómetros. El ojo humano no es capaz de percibirla, pero se la suele llamar 'luz' por tener una parte al borde del espectro visible. Muchos animales e instrumentos de medición óptica sí son capaces de percibirla.
Se divide en cuatro zonas, de mayor a menor longitud de onda:
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UV-A: Es la zona de longitud de onda más amplia, entre los 400 y los 315 nanómetros. Debido a la barrera que supone la atmósfera, que bloquea a mayoría de las otras franjas del ultravioleta, ésta es la mayoría de la radiación ultravioleta que llega hasta la superficie (cerca del 95%). Su riesgo, comparado con las otras franjas del ultravioleta, es bastante reducido (aunque no inexistente).
A esta zona pertenece la llamada "luz negra". También es la zona en la que trabajan los blanqueadores ópticos del papel y tejidos.
Este tipo de radiación ultravioleta se usa en imprenta para fijar la posición de algunos barnices y tintas fotosensibles activando su polimerización (aunque algunas aplicaciones más antiguas usan también otras franjas de UV).
- UV-B: Es la zona ultravioleta de longitud de onda entre los 315 y los 280 nanómetros. Esta franja de la radiación ultravioleta es la que causa el bronceado, quemaduras y melanomas en la piel, ya que es capaz de penetrar su capa externa. Sólo llega a la superficie terrestre un 10% de ellas.
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UV-C: Es la zona ultravioleta de longitud de onda entre los 280 y los 200 nanómetros. La capa de ozono atmosférica los absorbe casi por completo.
Se usa en lámparas especiales como germicida y esterilizador (es extremadamente dañina para los tejidos vivos).
- UV de vacío: Es la zona ultravioleta de longitud de onda que va desde los 200 a los 100 nanómetros. La atmósfera la absorbe por completo pero es extremadamente peligrosa.
También se usan las siglas UV o UVI.